La mayor de Las Antillas, plena de tesoros de naturaleza y patrimonio, acoge en su geografía sitios de características únicas, muchos de ellos vinculados con la historia de la isla.
En esa dirección, en la oriental provincia cubana de Guantánamo figura uno de esos lugares bajo el nombre original de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, fundada en 1511 por el Adelantado Diego Velázquez, y que llegó a ser además la primera capital y primer obispado de la ínsula.
Con numerosos valores patrimoniales a sus 509 años, tiene su origen en un vocablo aborigen que significa "presencia de mar", en franca alusión de sus pobladores originales a una presencia de ambiente marinero por todos lados, muy contrastante con las montañas y las corrientes fluviales.
La villa de Nuestra Señora de la Asunción, se fundó el 15 de agosto de 1511, jornada durante la cual a la entrada de su bahía se ubicó la Santa Cruz de la Parra, única perdurable entre las 29 cruces colocadas por Cristóbal Colón en el mundo hispano y el más valioso tesoro que guarda la Parroquia local.
El paisaje natural se complementa con una montaña aplanada de 575 metros de altura conocida como el Yunque de Baracoa, por su similitud con esa pieza utilizada por los herreros para su labor.
Asimismo, diversas arterias de agua recorren el territorio, entre ellas el Toa -considerado el río más caudaloso de la isla-, marcado en su paso por numerosas cascadas, la más famosa conocida como El Saltadero con 17 metros de altura.
El propio acceso a la ciudad constituye una aventura al realizarse por una vía muy peculiar que serpentea entre las montañas y responde al nombre de La Farola –una de las Siete Maravillas de la Ingeniería Civil Cubana-, con 11 puentes colgantes y el punto más relevante en Altos de Cotilla, a más de 600 metros sobre el nivel del mar.
A la capital del cacao y el coco se le denomina también Ciudad Paisaje y Ciudad de las Aguas, por su entorno marino, vegetación además de contar con la zona más lluviosa de Cuba en las Cuchillas del Toa.
La época del dominio español dejó sus huellas en las construcciones de la localidad, donde destacan numerosas edificaciones levantadas con piedra de cantería como las fortalezas coloniales de El Castillo y La Punta, y los torreones de Joa y del Cementerio.
Es de destacar que la ciudad encierra además una gastronomía muy peculiar a base de plantas, con platos como el Bacán, especie de tamal de plátano verde, el ajiaco o el pescado cocido con leche de coco.
Mientras, los amantes del dulce tienen asimismo su lugar con el Cucurucho, envasado de manera cónica en hojas de yagua y que tiene en su composición al coco y la piña, así como el famoso chocolate elaborado con el cacao que se cultiva en el territorio.
La fauna del territorio muestra un elevado nivel de endemismo, con especies únicas como el almiquí, fósil viviente en peligro crítico de extinción.
Además, se suman moluscos como la Polymita picta (la que por su variedad cromática es considerada el caracol más bello de la Tierra) y otros invertebrados como los escorpiones Centruroides anchorellus y Rophalurus junceus, ambos de importancia conservatoria y biomédica.
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