La capital de la República de Cuba, destino preferido para miles de vacacionistas foráneos que la visitan cada año, encierra atractivos para los visitantes más exigentes, en una gama que va desde las opciones de playa hasta la historia.
Tradiciones de casi 500 años se mezclan en una urbe de unos dos millones de habitantes, donde conviven codo con codo los mas variados estilos arquitectónicos que reflejan las diferentes épocas del desarrollo de la ciudad.
El dinámico desarrollo del turismo determinó el rescate de hoteles y hostales que operaron como tal en siglos pasados, en una iniciativa dirigida a ofrecer a los vacacionistas un ambiente lo más cercano posible al existente en la época colonial, en una relación que incluye con preferencia al Florida.
La historia sitúa el año 1836 como el de la construcción del inmueble, el cual fue residencia de importantes familias y ricos hacendados azucareros de la capital cubana, todo ello antes de convertirse en un establecimiento de hospedaje.
La relación de ilustres que vivieron en la edificación incluyó al Conde de San Ignacio y el acaudalado José Eugenio More, Conde y Grande de España.
Hacia 1885, bajo la égida de Don José Dobano el Florida asume su condición de hotel, en una mezcla que mostró la adaptación de comodidades a los estilos europeo y norteamericano.
El silencio domina las actividades del Florida, en un entorno decorado a la manera colonial, con lamparones de hierro, butacas de colores claros y un patio acogedor para los huéspedes que apuestan por esa instalación del centro histórico de La Habana.
Las facilidades para el ocio incluyen 25 habitaciones (de ellas cuatro suites) climatizadas, con el toque singular de la antigüedad en su mobiliario, combinado a su vez con la modernidad de la televisión por satélite.
El establecimiento esta entre los primeros que abrieron sus puertas en la parte vieja de La Habana bajo la dirección de Habaguanex S.A. y cuenta además con una posición privilegiada, a pocos metros del mundanal ruido de la ciudad.
Su vecindad con la calle Obispo, una zona peatonal de tiendas, galerías de arte y museos, constituyen un factor adicional que resalta las opciones del inmueble, con fácil acceso a sitios como la Basílica de San Francisco de Asís, los museos del Automóvil, Arqueología, de Ciencias y la Casa del Tabaco.
Para la gastronomía el hotel dispone del restaurante La Floridana, considerado como una de sus joyas, donde los usuarios pueden disfrutar de especialidades únicas de la casa, así como de platos de la cocina internacional y cubana.
El lobby bar Florida, escoltado por grandes columnas, ofrece coctelería cubana e internacional, además de tragos especiales que llevan el sello único del inmueble, entre ellos el Florida y el Dora Special.
Asimismo, dispone del Piano Bar Maragato, cuyo nombre es un tributo a uno de los más famosos cantineros de Cuba en las primeras décadas del siglo XX, en un local elegante, intimo y acogedor.
Por todo ello, el hotel dispone ya de una clientela selecta, que siempre acude a refugiarse entre las paredes del Florida, atraídos por su privilegiada posición para el ocio en la capital de la mayor de Las Antillas.
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