La capital cubana, destino por excelencia para el turismo en la isla, tiene en su centro histórico un núcleo importante en la industria del ocio, con propuestas únicas vinculadas a las tradiciones heredadas de siglos atrás.
La zona, conocida también como La Habana Vieja y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, encierra buena parte de los museos, iglesias, centros culturales e inmuebles muy vinculados a la época de la colonia, con unas 33 mil edificaciones construidas en su mayoría durante los siglos XVIII y XIX.
Asimismo, de la mano de la compañía HABAGUANEX S.A. -adscrita a la Oficina del Historiador de la Ciudad- llegan al turismo las propuestas de diversos hoteles ubicados en sitios de relevancia histórica.
El surgimiento de este tipo de edificación, junto a los gigantes de la hotelería con centenares de habitaciones, apunta al rescate de una tradición de siglos anteriores, cuando eran precisamente los encargados de satisfacer las necesidades de alojamiento de las grandes ciudades.
En la actualidad, la empresa opera al menos dos decenas de hoteles, unos 40 restaurantes, cerca de 80 establecimientos comerciales y 60 cafeterías y bares.
Entre las incorporaciones más recientes destacan los hoteles Palacio del Marqués de San Felipe y Santiago de Bejucal y el Terral, este ultimo el primero en el Malecón.
Unido a ello, en los planes figuran nuevas instalaciones, entre ellas el hotel Residencia Habana 612, con 13 habitaciones y una biblioteca, además del Catedral y el Cueto.
Asimismo, los proyectos extrahoteleros incluyen la denominada Cervecera con capacidad para 400 clientes, además de contar con una fabrica para la elaboración de la bebida.
La relación cuenta con sitios de curiosa denominación como el bar Bigote de Gato, la Casa del Queso dedicada al comercio y degustación de ese alimento y los bodegones Español e Italiano.
Junto a los rasgos comunes, cada uno de esos establecimientos encierra sus peculiaridades, dirigidas en específico a determinados segmentos de vacacionistas.
A manera de ejemplo, tenemos el caso del Tejadillo (32 habitaciones), que reúne tres casonas de los siglos XVIII, XIX y XX y como sello característico dispone de cocina propia en 17 de las habitaciones para aquellos que prefieren prepararse sus propios alimentos.
Los amantes del buen tabaco cubano tienen su sitio de preferencia en el Conde de Villanueva, otrora mansión de ese ilustre noble, mientras El Mesón de la Flota recuerda la posición que tuvo Cuba como llave del Golfo en la época de la colonia, con un ambiente marinero alegórico a esa etapa.
Operan además los hoteles Palacio San Miguel y Los Frailes, este último caracterizado como una abadía del siglo XIII y con el complemento de los trajes del personal en una versión libre de la vestimenta de los franciscanos.
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