El ron cubano, de reconocida fama mundial gracias a emblemáticas marcas como el Havana Club, destaca entre los valores agregados por excelencia para el turismo al complementar una oferta que incluye sol, playa, historia, cultura y tradiciones.
Para los expertos, el ron es considerado como un licor para las grandes ocasiones, con un nacimiento vinculado a la introducción de la caña de azúcar en la isla y desde ese entonces acompañante insustituible de las tertulias de los cubanos.
La mencionada bebida tuvo su antecedente en el aguardiente elaborado a partir de la melaza de la producción de azúcar y utilizado inicialmente en los rituales de los esclavos negros que llegaron al país procedentes del llamado continente negro.
Ya entre 1762 y 1792, Cuba abastecía al mercado internacional con ese rubro, que dio paso entre los siglos XVIII y XIX al genuino ron de la isla, el cual acumuló una rica trayectoria de tradiciones que llega hasta nuestros días.
Según entendidos, el ron es el resultado de un conjunto de exclusivos factores, donde se conjugan el clima, la tierra de procedencia de la materia primera, el tiempo de añejamiento y el cuidado durante la elaboración.
Asimismo, cada destilería coloca el aporte de una marca específica en el mercado, con aromas, gusto y color peculiares, para crear así su propio círculo de adeptos.
La más conocida en el país caribeño es la familia del Havana Club, elaborada en una de las fábricas encargadas de esa actividad de mayor tamaño en América Latina, capaz de entregar poco más de 30 millones de litros cada año.
Más allá del nombre, todos tienen en común el origen de su producción y la intención de llenar un espacio en el gusto de nacionales y extranjeros, unidos en el propósito de disfrutar del placer que brinda el consumo de una copa de buen ron en el momento oportuno.
Asimismo, ocupa también una posición privilegiada en la variada coctelería que cuenta con esa bebida como pieza clave para las más relevantes mezclas.
Una verdadera avalancha de opciones surgió en los años 20, con mezclas que recibían el nombre de los creadores, de famosos artistas o simplemente del establecimiento donde se preparaban por primera vez.
Los especialistas en la preparación de los cócteles, proceso devenido en un verdadero arte, cuentan con normativas no escritas y que sin embargo son imprescindibles cumplir para lograr el efecto deseado a la hora de degustar una sabrosa combinación.
Si se utiliza azúcar, los expertos recomiendan su disolución solo en agua, gaseosa o jugos de frutas -nunca en el licor-, y estos últimos deberán emplearse preferiblemente frescos, a fin de que el cóctel pueda absorber los aceites esenciales, además de que el mismo debe servirse apenas esté listo.
Los interesados en conocer aspectos de la historia y fabricación del ron Havana Club tienen a su disposición un museo en la capital, localizado en un inmueble colonial del siglo XVIII.
La instalación está construida en torno a un espectacular patio y decorada en estilo auténtico y clásico, donde los especialistas muestran cada paso en la elaboración del licor mediante una reconstrucción de la destilería original.
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