La capital cubana, principal destino para el turismo en el archipiélago, concentra en su geografía numerosos espacios e instalaciones dedicadas a la industria del ocio con propuestas para todos los gustos.
En ese escenario destacan las opciones localizadas en el centro histórico de la urbe, con un área de 4,5 kilómetros cuadrados rica en exponentes de la arquitectura colonial, costumbres y tradiciones de casi cinco siglos.
Cabe destacar que el núcleo primario de la capital cubana conserva una verdadera colección de castillos, fortalezas e inmuebles de alto valor patrimonial, edificados en torno a un sistema de plazas, mezcladas con monasterios y templos.
También llamada siglos atrás Ciudad Antemural de las Indias Occidentales y Llave del Nuevo Mundo, representa en la actualidad un singular museo viviente de los más diversos estilos constructivos, reflejo de las etapas de desarrollo por las cuales atravesó.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, encierra buena parte de los museos, iglesias, centros culturales e inmuebles muy vinculados a la época de la colonia, con unas 33 mil edificaciones construidas en su mayoría durante los siglos XVIII y XIX.
La actividad turística corresponde a la compañía Habaguanex S.A., creada en 1994 y que cuenta con dos decenas de hoteles, 38 restaurantes, además de cafeterías, bares y el parque infantil La Maestranza, entre otras instalaciones.
También hay novedades, pues a la cartera de establecimientos se sumara este año un centro bajo el sugestivo nombre de El Terral, en alusión a un viento marinero nocturno.
Con 14 habitaciones disponibles, su apertura responde a la estrategia de ubicar pequeños hoteles, muy personalizados, en áreas de la parte vieja citadina.
El surgimiento de este tipo de edificación, junto a los gigantes de la hotelería con centenares de habitaciones, apunta al rescate de una tradición de siglos anteriores, cuando eran precisamente los encargados de satisfacer las necesidades de alojamiento de las grandes ciudades.
Para los que se aventuran por la maraña de calles y callejones de la parte vieja habanera, está presente una red de pequeños inmuebles que cuentan tras una fachada donde parece haberse detenido el tiempo con todas las comodidades que exige el turismo moderno.
Junto a los rasgos comunes, cada uno de esos establecimientos encierra sus peculiaridades, dirigidas en específico a determinados segmentos de vacacionistas.
A manera de ejemplo, tenemos el caso del Tejadillo (32 habitaciones), que reúne tres casonas de los siglos XVIII, XIX y XX y como sello característico dispone de cocina propia en 17 de las habitaciones para aquellos que prefieren prepararse sus propios alimentos.
Los amantes del buen tabaco cubano tienen su sitio de preferencia en el Conde de Villanueva, otrora mansión de ese ilustre noble, mientras El Mesón de la Flota recuerda la posición que tuvo Cuba como llave del Golfo en la época de la colonia.
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