El archipiélago cubano, pleno de tesoros naturales, históricos y culturales de gran atractivo para el turismo, acumula en su geografía una extensa riqueza patrimonial que refleja la propia evolución de la sociedad nacional.
La llegada de los españoles en 1492 y la posterior expansión de la esclavitud dejaron por doquier su huella en la isla, con localidades que aún conservan su encanto a pesar de los años.
Un ejemplo de ellos es el propio centro histórico de la capital, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y que acoge a más de 100 edificaciones cuyo origen se remonta a los siglos XVI y XVII, mientras otras 200 van hasta el XVIII.
El segundo sitio urbano de ese tipo en dimensiones del país está en Camagüey – antigua Santa María del Puerto del Príncipe –, también llamada la ciudad de los tinajones por la abundancia de esos enormes recipientes de barro cocido, utilizados para la conservación de agua.
En ese sentido, sigue siendo una urbe con templos de una sola torre, fachadas con guardapolvos y pilastras, ventanas con artísticos enrejados, casas de portales interiores y techos de rojas tejas, signos de una arquitectura sobria y a la vez llamativa, todo ello ubicado en un verdadero laberinto de callejones.
Hacia el oriente, en la provincia de Granma, se encuentra el 48 por ciento de todos los sitios históricos del archipiélago cubano, con su ciudad cabecera –Bayamo – en calidad de Monumento Nacional y capital de la República en Armas al inicio de la guerra de independencia de 1868.
A su vez, Santiago de Cuba atesora recuerdos centenarios, con un sistema defensivo que es considerado como el mayor exponente de la ingeniería militar renacentista europea en el Caribe, integrado por el Castillo de San Pedro de La Roca, el de La Estrella y la batería de La Socapa.
Asimismo, en Guantánamo está Baracoa, nombrada originalmente como Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa y fundada entre 1511 y 1512 por el Adelantado Diego Velázquez, la cual llegó a ser además la primera capital y primer obispado de la ínsula.
Mientras, en Villa Clara está el toque singular proveniente de San Juan de los Remedios, octava villa fundada por los colonizadores españoles en la isla, allá por el siglo XVI.
También destaca en Sancti Spiritus la antaño conocida como Villa de la Santísima Trinidad, con un origen que se remonta hacia el 1514 para colocarse entre las siete primeras villas fundadas por los españoles en el archipiélago cubano.
Llamada la Ciudad Museo de Cuba, tiene el privilegio de ser una de las localidades coloniales del país y califica además entre los conjuntos arquitectónicos más completos y conservados del continente americano.
Casonas coloniales, amplias, cómodas y ventiladas, palacios donde el lujo y el derroche hicieron de las suyas para integrarse al arte colonial cubano, convierten a Trinidad en una indiscutible joya urbanística y arquitectónica de antaño.
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