El archipiélago cubano, convertido en dinámico destino turístico en el Caribe, encierra en su territorio una variada oferta de instalaciones hoteleras del más diverso formato que responden a las exigencias del sector.
Establecimientos de gran magnitud se localizan por doquier en la geografía de la isla, aprovechando los tesoros naturales, históricos y culturales que pone a disposición del ocio la mayor de Las Antillas.
Como complemento, una extensa red de inmuebles de alojamiento de pequeño tamaño están dispuestos en el país, entre los cuales destacan aquellos ubicados en el centro histórico de la capital.
Una de las propuestas más interesantes está en el Hotel Raquel, con 25 confortables habitaciones dobles, climatizadas y de lujoso diseño, distribuidas en tres niveles y bajo el dominio de una admirable línea decorativa.
Además de su atractiva terraza mirador, donde se ubica una magnífica cúpula, existen galerías y diversos espacios cuidadosamente decorados en todo el hotel, ideales para el reposo.
Asimismo, se suma el Hostal El Comendador, situado en la antigua vivienda de Don Pedro Regalado Pedroso y Pedroso, quien fuera Prefecto de la Orden de Carlos III en la isla, y que ofrece 14 confortables habitaciones.
Entre las singularidades del centro se encuentra en su Salón de Arqueología, donde se conservan descubrimientos realizados por investigadores de la Oficina del Historiador de la Ciudad al explorar áreas del lugar para conocer la vida de la familia Pedroso.
Como novedad está el Hostal Los Frailes, con sede en una vivienda del siglo XVIII, mansión del marqués Pedro Claudio Duquesne, cuarto poseedor de ese título nobiliario y Capitán de Navío de la Armada Francesa.
Diseñado al estilo de un monasterio medieval, encierra el sugerente atractivo de 22 habitaciones climatizadas (de ellas cuatro con la categoría de minisuites), y un pequeño bar-cafetería que recuerda a un mesón de la época.
En su entrada, un monje metálico – preciosa escultura trabajada en cobre – recibe a los clientes con el rostro oculto bajo una capucha, dando paso así a una ambientación que incluye retablos con figuras religiosas y vitrales.
Las propuestas únicas llegan también de la mano del Palacio de San Miguel, localizado en un edificio adquirido en 1916 por Antonio San Miguel y Segalá, ilustre ciudadano de esa época dedicado al periodismo y las letras, quien hizo además del inmueble un centro de reunión intelectual.
Escaleras de hierro fundido, balcones con relucientes barandas de mármol y 10 habitaciones repartidas en las tres plantas de la instalación están listas para recibir a los huéspedes, con excelentes vistas de la Bahía de La Habana.
Más de 30 mil inmuebles de los más diversos estilos constructivos se localizan en un área de 240 hectáreas del centro histórico, en edificaciones que van desde fortalezas de la época española hasta iglesias, museos, establecimientos de servicios, e incluso escuelas y centros de salud.
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