La capital cubana, principal destino para los miles de visitantes extranjeros que acuden cada año a la isla, cuenta a su favor con condiciones que permiten la combinación de los más diversos atractivos para el ocio y la recreación.
El principal núcleo urbano de la mayor de Las Antillas encierra en su territorio varias de las más relevantes instalaciones del sector turístico, vinculadas a opciones de cultura, historia e incluso playa.
Las ofertas de la urbe se complementan precisamente con la franja costera de las Playas del Este, como una especie de escape hacia la naturaleza.
Entre los establecimientos de mayor fama está el Hotel Inglaterra, inaugurado el 23 de diciembre de 1875 y que honró con su nombre a la principal potencia del mundo en aquella época, además de figurar como una de las mejores instalaciones del orbe tras ser sometido a una reconstrucción en 1886.
Asimismo, está el hotel Nacional, insignia de la hotelería cubana y declarado Monumento Nacional.
La instalación clasifica además entre los 10 Hoteles Palacio del planeta y de los años 30 a los 50 fue la única con categoría de cinco estrellas en la región del Caribe.
Las facilidades de alojamiento se complementan con la gastronomía, desde los sitios más sencillos, diseñados al estilo más moderno de los establecimientos de comidas rápidas, hasta centros con una historia de varias decenas de años.
La relación de sitios más reconocidos incluye a la famosa Bodeguita del Medio, la cual consolidó en los últimos años su papel como la casa de comidas local abanderada por excelencia de la nueva era del turismo en el país.
La B del M – como también se le conoce – se encuentra a unos pasos de La Plaza de La Catedral, (Empedrado 207), un sitio sumamente visitado por turistas y entre sus ofertas más conocidas está el Mojito, trago a partir de ron cubano ligero, hierba buena, limón, hielo y azúcar.
Mientras, en el extremo oeste del malecón habanero destaca el Restaurante 1830, ubicado en un inmueble cuya historia se remonta al siglo XIX cuando en el lugar se localizaba un restaurante llamado Arana.
Para las especialidades en productos del mar muchos prefieren a La Terraza de Cojímar, complementada con un fascinante entorno de pescadores y con todo el encanto de épocas pasadas.
Con los años se convirtió en una modesta fonda para pescadores y transeúntes, hasta llegar a manos de Salvador Blanco, quien le otorga su actual título y la lleva a la fama con el respaldo involuntario del popular escritor estadounidense Ernest Hemingway.
A lo anterior se suman las ofertas de una extensa red de museos, instituciones culturales y deportivas con sede en la capital, convertidas en complemento indispensable de los programas de recreación.
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