La temporada de verano en la mayor de Las Antillas, plaza fuerte para el ocio en el Caribe, complementa sus tradicionales ofertas de sol y playa con una amplia propuesta cultural que apunta a la recreación de los vacacionistas nacionales y extranjeros. Fusiones de razas y costumbres, en un proceso de varios siglos, dieron lugar a una cultura única que muestra rasgos africanos, aborígenes, chinos, franceses y por supuesto españoles, todo en una especie de mezcla inigualable y de enorme riqueza a la vez.
Asimismo, modalidades como el turismo de salud, cultural, de congresos e incentivos, programas náuticos y de buceo en centros especializados conforman una amplia variedad de opciones, capaces de satisfacer los gustos de los más exigentes.
Mientras, en una ciudad como La Habana, con las características combinadas de un centro histórico y arquitectura moderna reflejada en hoteles e inmuebles varios, las propuestas literarias surgen como novedad para el verano.
Verdaderas fiestas dedicadas a la lectura se extienden por doquier en la geografía cubana, con lo cual aportan un elemento novedoso a los tradicionales programas de recreación.
La combinación de la venta de libros con el intercambio entre lectores y autores añade un elemento especial al ocio, con plena satisfacción para las partes que intervienen.
Unido a ello están los carnavales en diversas partes del país, cada uno de ellos con sus elementos característicos, ya sean los de la oriental ciudad de Santiago de Cuba, las populares parrandas de Remedios o el correspondiente a la capital de la isla. En el ocio juega también un papel fundamental la riqueza natural de la isla, con una fauna que cuenta con unas 16 mil 500 especies descritas y donde algunos grupos zoológicos muestran un endemismo superior al 90 por ciento.
Asimismo, la flora autóctona registra más de seis mil 300 variedades, en un panorama multicolor y de las más diversas formas.
Reservas naturales, de la biosfera, paisajes naturales, parques nacionales y áreas protegidas conforman una extensa red de ofertas, marcada por su riqueza, excelente conservación y características únicas que la distinguen en la región.
La naturaleza también apunta a las profundidades, pues más del 60 por ciento del territorio de Cuba está formado por rocas calcáreas, lo que unido a la gran influencia de los periodos glaciales y al clima ha proporcionado que en el territorio se hayan formado las mayores cavernas de la región.
Entidades especializadas contabilizan a lo largo y ancho de la isla más de 10 mil cuevas, muchas de ellas con unos 25 millones de años de evolución, con destaque para el sistema de Santo Tomás en el occidente de la isla y que cuenta con unos 45 kilómetros de galerías enterradas.
Otra de las opciones subterráneas que ha gozado durante muchos años de gran fama entre los visitantes y los cubanos es la Cueva de Bellamar, en Matanzas.
Con una longitud total de 23 kilómetros y una antigüedad de 300 mil años, está conformada por tres cavernas, que se considera que fueron una sola en tiempos remotos: Bellamar, El Jarrito y Soto Jíbaro.
La amplia relación de sitios subterráneos para los visitantes incluye a las cuevas de Cuyaguateje, del Cable, de Simón, Paredones, Los Tomates, Quintanal, Aston, Caguanes, Palmarito, La Patana, Solapas de Jauco y Caleta del Rosario, entre otras.
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