La industria turística cubana, considerada entre las de mayor dinamismo en la región del Caribe, respalda su gestión con la existencia de un enorme potencial para el desarrollo de los programas tradicionales de sol y playa.
Unido a ello, la recreación y el ocio se combinan con atractivos adicionales que aportan actividades como la gastronomía, salud, náutica, cultura e inmersionismo.
Por ello, en la mayor de Las Antillas, el turismo se combina con tratamientos dirigidos a mejorar la calidad de vida, para lo cual se incluyen procedimientos como la talasoterapia, apoyado en el hecho de que el país está rodeado de mares.
Esta especialidad se apoya en el empleo simultáneo del medio marino (aire, agua y clima) y otros recursos como lodos, arenas y algas, para fines terapéuticos.
El propio desarrollo de más de cinco siglos de la sociedad cubana está reflejado en las innumerables opciones culinarias que representan aquellos elementos incorporados a las tradiciones propias del país.
A los platos característicos de la cocina criolla se añaden variantes llegadas del viejo continente, como son las de la comida española, francesa o italiana.
Asimismo, desde Asia y el Medio Oriente están presentes sugerencias aportadas por la gastronomía china, japonesa, coreana, árabe e hindú, por solo mencionar algunas de las que pueden encontrarse en restaurantes y cafeterías del país.
En los propios mares que rodean al archipiélago cubano está otra de las propuestas en la mayor de Las Antillas, con aguas de agradable temperatura que favorecen las actividades de la náutica.
En ese sentido, el buceo tiene a su disposición más de 70 mil kilómetros de la plataforma insular cubana, con unos cinco mil kilómetros de costas, bañadas a su vez por el Océano Atlántico y el Mar Caribe.
Cerca de seis mil 500 variedades de peces, crustáceos, esponjas y moluscos, acompañados de numerosas especies de corales, convierten a la isla en uno de los ecosistemas submarinos mejor conservados de la región.
Tres decenas de centros especializados en buceo operan en todo el territorio del país caribeño, con facilidades para cursos de iniciación e inmersiones en barreras coralinas y cavernas, todo ello bajo los parámetros exigidos a nivel internacional en esa actividad.
Unido a ello, está el desarrollo de centros capaces de combinar el conocimiento del ambiente marino con la recreación y descanso sin distinción de edades.
También se suma a las opciones cubanas de ocio una infraestructura orientada a la protección del potencial histórico y cultural, con una amplia red de museos que supera las 300 instalaciones.
Establecimientos dedicados al arte, ciencia y tecnología, etnografía, antropología e historia destacan entre las opciones vinculadas además a la preservación de los valores patrimoniales.
Uno de los colosos de esa amplia infraestructura es el Museo Nacional de Bellas Artes, creado en 1913 y que tuvo su sede propia desde 1954 al construirse el edificio conocido desde entonces como Palacio de Bellas Artes.
Mientras, en la propia capital el sistema de fortalezas, con el emblemático Castillo de Los Tres Reyes del Morro, abarcó nueve grandes construcciones para constituir – a decir de los expertos – el conjunto más notable de su tipo en la América hispana.
|
|
|