La industria turística cubana, apoyada en el potencial que tienen las ofertas tradicionales de sol y playa, cuenta además con el respaldo que ofrecen los valores patrimoniales presentes por doquier en la geografía de la mayor de Las Antillas.
A la existencia de una naturaleza exuberante, en perfecto estado de conservación y con facilidades para la práctica de modalidades como el senderismo y el turismo ecológico, la isla suma una infraestructura orientada a la protección del potencial histórico y cultural.
Para ese propósito se cuenta con una amplia red de museos que supera ya las 300 instalaciones de los más variados diseños y contenido, de las cuales 14 clasifican como museos de arte, siete de ciencias y tecnología, cinco de etnografía y antropología y 68 de historia.
Otros nueve se consideran especializados, cuatro de arqueología y el resto generales, todos ellos con un objetivo común: trasladar las enseñanzas de antaño a la nueva realidad de la isla.
La principal plaza de la isla en esa actividad es, sin dudas, la capital, con una amplia gama de instalaciones para los gustos más diversos, muchas de ellas únicas en el país.
Los recuerdos tienen su espacio en el Museo de Arte Colonial, ubicado en la Plaza de Catedral – una de las mejor conservadas en el centro histórico de La Habana – y construido hacia 1720 con el estilo señorial del siglo XVIII.
Asimismo, en un inmueble edificado en 1791 y conocido como el Palacio de los Capitanes Generales – sede de la administración colonial española durante más de 100 años – se localiza el llamado Museo de la Ciudad.
La residencia de estilo barroco contiene exponentes que reflejan una vista panorámica de la ciudad, desde su fundación bajo el nombre de San Cristóbal de La Habana hasta el presente, así como varias salas dedicadas a las guerras cubanas por la independencia nacional.
Uno de los colosos de esa amplia infraestructura es el Museo Nacional de Bellas Artes, creado en 1913 y que tuvo su sede propia desde 1954 al construirse el edificio conocido desde entonces como Palacio de Bellas Artes.
Además, el centro histórico de La Habana, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, acoge a más de 100 edificaciones cuyo origen se remonta a los siglos XVI y XVII, mientras otras 200 van hasta el XVIII.
El segundo sitio urbano de ese tipo en dimensiones del país está en Camagüey – antigua Santa María del Puerto del Príncipe –, también llamada la ciudad de los tinajones por la abundancia de esos enormes recipientes de barro cocido, utilizados para la conservación de agua.
Hacia el oriente, en la provincia de Granma, se encuentra el 48 por ciento de todos los sitios históricos del archipiélago cubano, con su ciudad cabecera –Bayamo – en calidad de Monumento Nacional y capital de la República en Armas al inicio de la guerra de independencia de 1868.
A su vez, Santiago de Cuba atesora recuerdos de más de 480 años, con un sistema defensivo que es considerado como el mayor exponente de la ingeniería militar renacentista europea en el Caribe, integrado por el Castillo de San Pedro de La Roca, el de La Estrella y la batería de La Socapa.
Localizado en esa propia urbe oriental está el Museo del Carnaval, dedicado a esas manifestaciones culturales de gran arraigo en el país.
Sus salones están completamente dedicados a la historia de estos populares festejos, distintos de los que se realizan en otras partes de Cuba, debido fundamentalmente a que en sus orígenes mezclaron influencias españolas, africanas y franco-haitianas.
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