La mayor de Las Antillas, localizada en la región del Caribe, surge con fuerza como un destino de dinámica expansión en materia de turismo, favorecida por el clima tropical, aguas cálidas y decenas de playas de blancas arenas por doquier.
Como complemento están las tradiciones, historia y cultura surgidas desde la propia nacionalidad cubana, en la cual se mezclan las huellas de los aborígenes, negros esclavos traídos desde el Africa y españoles llegados en la época de la colonia.
Naturaleza exuberante, tradiciones centenarias e historia se dan la mano en un territorio superior a los 110 mil kilómetros cuadrados, con casi cinco mil 800 kilómetros de costas.
Pero los atractivos para el ocio están además en las decenas de cayos que se integran en el archipiélago cubano, entre los cuales destaca Levisa en la occidental provincia de Pinar del Río, con tres kilómetros de excelentes playas y 23 sitios dedicados a la práctica del buceo.
Mientras, en el centro un camino sobre el mar – llamado pedraplén – de 48 kilómetros de extensión sirve de enlace con los cayos Santa María, Las Brujas, Ensenachos, Cobos, Majá, Fragoso, Francés, Las Picúas y Español de Adentro, entre otros.
Un sistema de canales se convierte en un verdadero laberinto acuático entre los cayos, a la vez que ofrece un enorme potencial para los programas de turismo de contemplación y la actividad náutica.
Otras de las singularidades de la región están en el barco San Pascual, encallado en las cercanías de Cayo Francés desde hace casi 70 años y convertido en una rareza naval al estar hecho de hormigón armado y botado al agua en 1920 en los astilleros de San Francisco, California.
En el oriente cubano resalta Cayo Saetía a la entrada de la Bahía de Nipe, considerado el mayor coto de caza del país y con amplia existencia de las más variadas especies.
En sus 42 kilómetros cuadrados de extensión, el islote muestra más de la mitad del territorio poblada de bosques, lo cual sirve a su vez de abrigo a una fauna diversa, con venados de cola blanca, cebras y antílopes.
En cuanto a la caza, esta actividad se realiza en estricta observancia de las regulaciones establecidas, tanto nacionales como internacionales, para evitar daños al hábitat de la zona y preservar el entorno natural.
Uno de los destinos de más dinámico crecimiento turístico se ubica al norte de Ciego de Avila, en una cayería que responde al nombre colonial de Jardines del Rey.
El principal de ellos, Cayo Coco, ocupa la cuarta posición en extensión en el archipiélago cubano, con un área de 370 kilómetros cuadrados y el atractivo adicional que ofrecen 22 kilómetros de excelentes playas, complementadas con una vegetación de manglares y cocoteros.
Numerosas colonias de flamencos y otras aves migratorias escogen a los mencionados islotes como sitio de escala obligada, situación que el hombre se ha encargado de preservar con la construcción de una infraestructura para el turismo que busca en primer orden respetar el entorno natural.
En la familia de los cayos en la zona, Guillermo es uno de los de menor tamaño, con apenas 18 kilómetros cuadrados de extensión, aunque abundantes en una flora que incluye además especies como la caoba, los almácigos y las sabinas.
La cercanía de una barrera coralina de 400 kilómetros, considerada por los expertos como la segunda en importancia a nivel mundial – después de la australiana – añade un toque de distinción a la oferta de Jardines del Rey, con las más variadas actividades de buceo para los amantes del submarinismo, en aguas de temperatura agradable y excelente visibilidad.
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