La historia de la mayor de Las Antillas, desde su descubrimiento y colonización por los españolas y hasta nuestros días, está presente por doquier con una riqueza patrimonial que se refleja en numerosas ciudades a lo largo y ancho de la isla.
Más allá de la existencia de numerosas zonas de playa, con cálidas aguas y blancas arenas, los amantes de la historia, cultura y tradiciones encuentran espacios únicos con exponentes de la arquitectura y el arte de épocas ya pasadas y en perfecto estado de conservación.
Uno de esos escenarios se localiza precisamente en la ciudad de Camagüey, capital de la provincia cubana de igual nombre, la cual acoge en sus límites un tesoro inigualable que corresponde a 494 años de historia.
Surgida con el nombre de Villa de Santa María del Puerto del Príncipe en la bahía de Nuevitas, fue trasladada al interior, junto a las márgenes del río Caonao, y luego a su actual localización, donde al iniciarse el siglo XIX pasó a ser llamada oficialmente Camagüey.
Llamada también "la ciudad de los tinajones", ostenta como elemento peculiar a esos enormes recipientes de barro cocido, utilizados siglos atrás para almacenar el agua de lluvia con destino al consumo humano y que ahora adornan jardines y parques.
La ciudad muestra en la actualidad una mezcla de modernismo con historia, en un entorno donde las nuevas edificaciones se interrelacionan con aquellos atractivos históricos que brindan la personalidad a la urbe.
Camagüey se muestra como un núcleo urbano con templos de una sola torre, fachadas con guardapolvos y pilastras, ventanas con artísticos enrejados, casas de portales interiores y techos de rojas tejas, signos de una arquitectura sobria y a la vez llamativa, todo ello ubicado en un verdadero laberinto de callejones.
En efecto, las calles evidencian un comportamiento caprichoso de sus creadores, pues mantienen su trazo recto apenas en tramos cortos, para después tomar las más diversas orientaciones y conformar incluso triángulos o cerrarse en una de las innumerables plazas de la antigua villa.
Uno de los principales espacios es el ahora llamado Parque Ignacio Agramonte, surgido ya en 1528 como Plaza de Armas y que mantiene su condición de núcleo de la estructura arquitectónica de la urbe a pesar de los cambios provocados por el paso del tiempo.
Destaca además el Teatro Principal – edificado en 1850 – abundante en mármol y cristal, en tanto el siglo XVIII nos legó la iglesia de La Merced, donde los visitantes tropiezan con un Santo Sepulcro elaborado en plata, la mayor pieza de ese tipo en el país.
Camagüey dispone también como complemento para el ocio de 125 kilómetros de excelentes playas se ofrecen a los visitantes interesados en combinar la historia con el ocio, complementados con las alturas de la Sierra de Cubitas para los amantes del ecoturismo.
En ese entorno se localiza el balneario de Santa Lucía, considerado uno de los más bellos del mundo por sus aguas, además de contar con la segunda barrera coralina en extensión del planeta y numerosas colonias de flamencos rosados.
Santa Lucía es también plaza fuerte del inmersionismo en Cuba, con 35 puntos de buceo que llevan en ocasiones a los restos de 27 barcos, algunos de ellos de la época del tráfico de oro hacia España y otros hundidos en las escaramuzas de la II Guerra Mundial.
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