La mayor de Las Antillas, uno de los polos turísticos de más dinámico crecimiento en la región del Caribe en los últimos años, tiene en el verano a una temporada esperada por todos los amantes de las fiestas de carnavales, con escenarios en varias provincias del país.
Tradicional destino de sol y playas, Cuba complementa además la belleza de sus costas y su exuberante naturaleza con la riqueza de su cultura y tradiciones, componente esencial del producto turístico de la isla.
Fusiones de razas y costumbres, en un proceso de varios siglos, dieron lugar a una cultura única que muestra rasgos africanos, aborígenes, chinos, franceses y por supuesto españoles, todo en una especie de mezcla inigualable y de enorme riqueza a la vez.
Para aquellos que por primera vez se tropiezan con estas fiestas, la unión de elementos como el intenso calor, danzas tradicionales y ritmos criollos – en muchos casos acompañados del tambor y el agudo sonido de la corneta china – les crea un sentido de pertenencia que los llama a repetir la experiencia.
Cada año los espectadores se convierten en participantes activos, pues a decir de muchos el sonido de la música interpretada por los grupos populares más selectos de la isla y los pegajosos estribillos constituyen un llamado a la danza, no importa la procedencia de las personas, ya sean nacionales o extranjeras.
En cada territorio el carnaval tiene sus elementos característicos, ya sean los de la oriental ciudad de Santiago de Cuba, las populares parrandas de Remedios o el correspondiente a la capital de la isla.
Para los especialistas, los carnavales de Santiago de Cuba están considerados entre las tres fiestas populares de mayor reconocimiento en el país, con la presencia de instituciones centenarias vinculadas al evento.
En ese tipo de celebración destaca en especial el componente africano y caribeño, reflejado en los ritmos y danzas que acompañan al jolgorio por las calles.
Precisamente, en esa urbe del oriente del país se encuentra el Museo del Carnaval, dedicado a esas manifestaciones culturales de gran arraigo en todo el territorio nacional.
Sus salones están completamente dedicados a la historia de estos populares festejos, distintos de los que se realizan en otras partes de Cuba, debido fundamentalmente a que en sus orígenes mezclaron influencias españolas, africanas y franco-haitianas.
La mencionada combinación de culturas impuso una mayor diversidad danzaria y rítmica, el uso de disfraces y otros elementos distintivos que convierten a esas celebraciones en espectáculos de gran atractivo.
Ciudades con abundantes exponentes de la arquitectura colonial – en perfecto estado de conservación –, hoteles vinculados a la actividad de la plástica, sitios patrimoniales y un amplio programa de celebraciones y festividades conforman la oferta para la industria turística del país.
Por ello, el calendario cultural de la isla incluye numerosos encuentros, talleres, festivales, congresos y cursos especializados, diseñados para todos los gustos y en las más diversas manifestaciones artísticas.
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