La mayor de Las Antillas, con un pasado colonial presente en todos los aspectos de la vida cotidiana, tiene en sus numerosas fortalezas una herencia histórica que destaca además por el atractivo que tienen para los visitantes nacionales y extranjeros.
La posición geográfica privilegiada de la isla, en el centro del Caribe y de las rutas marítimas más importantes, llevó a la necesidad de desarrollar una amplia red de obras defensivas que llegan hasta nuestros días, tras perder su valor militar.
A ello se sumó durante la etapa de dominación española la decisión de la corte de convertir al puerto de La Habana en centro de concentración de los navíos cargados con los tesoros del Nuevo Mundo antes de partir hacia la metrópoli.
Todo ello determinó la orden real de construir un sistema de fortificaciones capaz de proteger los bienes de la corona y disuadir a los agresores de intentar apoderarse por la fuerza de la isla, en especial su capital.
Precisamente, en esa dirección destaca el Castillo de los Tres Reyes del Morro, proyectado como varias de las defensas más importantes de la isla por el ingeniero militar italiano Juan Bautista Antonelli.
La instalación fue una fortaleza de tipo renacentista, construida como un polígono irregular y con tres poderosos baluartes que dominaban la bahía, la entrada al puerto y la ciudad, complementado más tarde con la fortaleza de La Cabaña.
Asimismo, hacia 1740 surgieron las famosas Murallas de la capital, tras lo cual el simple hábito de avisar con un disparo de artillería la hora del cierre de las nueve puertas del recinto devino en tradición hasta nuestros días.
Jornada tras jornada, a las nueve de la noche la guarnición de la fortaleza hacía fuego con una de sus piezas, en señal para los habaneros de que ya era hora de recogerse al abrigo de los gruesos muros y evitar el tránsito por los bosques de espesa vegetación que existían en los alrededores de la urbe.
Obras como el Torreón de San Lázaro y la Fortaleza de La Punta complementan la estructura de protección de La Habana, unido a obras menores dispersas por doquier en el país, principalmente en zonas costeras de fácil acceso por mar para piratas y corsarios.
Hacia el oriente de la isla, en la ciudad de Santiago de Cuba, primera capital de Cuba desde 1515 hasta 1607, se edificó Castillo de San Pedro de la Roca – conocido también como el Morro de Santiago de Cuba – llamado a integrar un sistema defensivo de mínimo impacto debido a una demora de varias decenas de años en su terminación.
La fortaleza se integra junto a La Socapa, La Avanzada y La Estrella en el sistema defensivo de la bahía santiaguera, y todo ello está considerado como el mayor y más completo ejemplo de ingeniería militar renacentista europea aplicada en las condiciones del Caribe.
En sus gruesos muros, torres y murallas los visitantes aprecian en toda su magnitud la huella del arte militar desarrollado en Italia, España y Cuba entre los siglos XVI y XIX.
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