La capital cubana, principal destino turístico de la mayor de Las Antillas, cuenta con un amplio espectro de opciones capaces de satisfacer los gustos más exigentes de los visitantes, interesados en un espacio para la recreación y el ocio.
Con una historia cercana a los cinco siglos, la antigua villa de San Cristóbal de La Habana es uno de los más fieles exponentes de la arquitectura colonial de la isla y marcada por una notoriedad que comenzó desde fines del siglo XVI.
También llamada en aquella época Ciudad Antemural de las Indias Occidentales y Llave del Nuevo Mundo, representa en la actualidad un singular museo viviente de los más diversos estilos constructivos, reflejo de las etapas de desarrollo por las cuales atravesó la histórica urbe.
Su sistema de fortalezas, con el emblemático Castillo de Los Tres Reyes del Morro, abarcó nueve grandes construcciones para constituir – a decir de los expertos – el conjunto más notable de su tipo en la América hispana.
Cerca de 140 de las edificaciones localizadas en el centro histórico de la capital cuentan con un origen que se remonta a los siglos XVI y XVII, otras 200 al XVIII y más de 460 al XIX, conformando así una mezcla plena de atractivos para los gustos más exigentes.
El centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, encierra buena parte de los museos, iglesias, centros culturales e inmuebles muy vinculados a la época de la colonia.
Para aquellos que se aventuran por la maraña de calles y callejones de la parte vieja habanera, está presente una red de pequeños inmuebles que cuentan tras una fachada donde parece haberse detenido el tiempo con todas las comodidades que exige el turismo moderno.
El núcleo primario de la capital cubana conserva una verdadera colección de castillos, fortalezas e inmuebles de alto valor patrimonial, edificados en torno a un sistema de plazas, mezcladas con monasterios y templos.
Esos espacios abiertos marcaron el entramado de la llamada ciudad intramuros, con especial destaque para las plazas de Armas, de la Catedral, la llamada Vieja, del Cristo y la de San Francisco.
La primera de ellas está considerada el corazón de la antigua ciudad, pues a partir de la misma comenzó la expansión de la entonces villa de San Cristóbal de La Habana.
Su ubicación se vincula con la tradición del primer cabildo celebrado el 16 de noviembre bajo una frondosa ceiba, muy cerca del litoral, para dar los primeros pasos en la creación de la actual capital de la isla.
Precisamente frente a aquel árbol, renovado por varias generaciones de habaneros, se delimitó la primera plaza de la villa, que recibió el nombre definitivo a partir de 1584 al ser utilizado su espacio para ejercicios militares.
En 1828 se inauguró en sus alrededores El Templete, pequeño edificio de estilo neoclásico que conserva en su interior tres pinturas del artista plástico francés Jean Baptiste Vermay.
Sin embargo, la edificación más representativa del entorno es el Palacio de los Capitanes Generales, construido entre 1776 y 1791 y considerado la obra más bella de la colonia española en Cuba.
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