La provincia de Ciego de Avila, en la zona centro-oriental de la mayor de Las Antillas, ocupa un espacio privilegiado en la oferta turística cubana con interesantes propuestas de playa, naturaleza, cultura e historia.
El mencionado territorio cuenta con el destino Jardines del Rey, considerado el de más dinámico crecimiento en la industria cubana del ocio.
Según la leyenda, precisamente la exuberante naturaleza de cayos como Coco, Guillermo y Paredón Grande llevó al adelantado Diego Velázquez a nombrar ese lugar en homenaje al monarca español Fernando El Católico.
El principal de ellos, Cayo Coco, ocupa la cuarta posición en extensión en el archipiélago cubano, con un área de 370 kilómetros cuadrados y el atractivo adicional que ofrecen 22 kilómetros de excelentes playas, complementadas con una vegetación de manglares y cocoteros.
Numerosas colonias de flamencos y otras aves migratorias escogen a los mencionados islotes como sitio de escala obligada, situación que el hombre se ha encargado de preservar con la construcción de una infraestructura para el turismo que busca en primer orden respetar el entorno natural.
La cercanía de una barrera coralina de 400 kilómetros, considerada por los expertos como la segunda en importancia a nivel mundial – después de la australiana – añade un toque de distinción a la oferta de Jardines del Rey, con las más variadas actividades de buceo para los amantes del submarinismo, en aguas de temperatura agradable y excelente visibilidad.
A lo anterior se añade la existencia de numerosos monumentos que aportan un toque singular en las opciones para el turismo.
Entre ellos se localiza la llamada Trocha de Júcaro a Morón, considerada uno de los monumentos militares más importantes de la región del Caribe y la mayor fortificación española del siglo XIX en la isla y América Latina.
Su construcción, realizada entre 1871 y 1872, tenía como objetivo bien preciso cortar el paso del Ejército Libertador cubano en su avance hacia la porción occidental del país y evitar la expansión de la guerra a esos territorios.
Con 68 kilómetros de largo – similar longitud del ancho de la provincia de Ciego de Avila –, representaba un singular proyecto defensivo a profundidad, con una amplia red de instalaciones y facilidades para el rápido desplazamiento de las tropas.
Asimismo, entre las piezas claves de la cultura destaca el Teatro Principal, el cual terminó de edificarse en 1927 y está considerado por los expertos como uno de los de mejor acústica en el archipiélago cubano.
Figuran en el entorno de la provincia la iglesia de San Eugenio de la Palma, patrón de la ciudad capital, la Casa de la Cultura, la Galería de Arte y las tradiciones del barrio Jamaica, en Baraguá, las fiestas de Majagua, las parrandas de Chambas y de Punta Alegre.
De los pocos cauces permanentes se destacan los ríos Caonao, con 133 kilómetros de largo, límite natural en el noreste entre las provincias de Ciego de Avila y Camagüey, y el Jatibonico del Norte, que establece la división en el noroeste con la vecina Sancti Spiritus.
En la región se localizan importantes reservorios de agua como las lagunas La Redonda (4,5 kilómetros cuadrados), ideal para la pesca de la trucha, y de La Leche (67 kilómetros cuadrados), la cual debe su singular nombre a la sedimentación de sulfato de calcio que cubre su fondo, la cual le otorga un peculiar color al vital líquido.
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