La provincia cubana de Pinar del Río, la más occidental de la isla, reúne en su territorio una riqueza natural única, sustento de plantaciones surgidas en épocas anteriores y cuyos restos llegan como un legado histórico hasta nuestros días.
Sitios peculiares como el Valle de Viñales, la península de Guanahacabibes o el proyecto de desarrollo sostenible de Las Terrazas se suman a Soroa, para aportar una nota de color a la geografía cubana.
Esta última localidad, situada a sólo 70 kilómetros de la capital, presenta una imagen con un hermoso salto de agua de 22 metros de altura que constituye una invitación a refrescar en cualquier época del año.
Una de las elevaciones que rodean a ese sitio, denominadas mogotes por la forma redondeada de su cima, sirve a la vez de mirador, con una vista singular que permite contemplar paisajes de belleza incomparable, con numerosas aves y plantas, muchas de ellas endémicas de la zona.
El nombre del lugar proviene de dos hermanos españoles, Lorenzo y Antonio Soroa Muñagorri, que llegaron a la zona por el año 1856 con la ilusión de hacer fortuna y se dedicaron a la siembra de café.
El turismo cuenta en ese sitio con los servicios del Hotel y Villas Soroa, complementado con un agradable microclima, valiosos recursos naturales e histórico-culturales, en especial su diversa flora y fauna silvestre.
Paseos a caballo y diversas modalidades del senderismo, con el acompañamiento de personal especializado, figuran en la amplia oferta de Soroa, la cual incluye recorridos por ruinas de cafetales franceses del siglo XIX, el río Bayate y la Comunidad campesina El Brujito-La Comadre.
El entorno natural del lugar se abre además a iniciativas como el cicloturismo y el montañismo, con paseos por las márgenes del río Manantiales y baños únicos en la llamada Poza del Amor.
Entre la fauna silvestre de la región se destaca en especial una de las ranas más diminutas del mundo, además de que se han reportado alrededor de 80 tipos de aves, muchas de ellas endémicas de Cuba y en especial resalta el Tocororo, símbolo de la isla.
Pero el más conocido atractivo de ese sitio está en el orquideario, punto obligado para todos los turistas que visitan la provincia, con especies de esas flores procedentes de todas partes del mundo.
El orquideario de esa localidad occidental es el mayor del país y posee en sus 35 mil metros cuadrados más de 20 mil plantas de 700 especies, al tiempo que cuenta con miles de ejemplares de helechos y arbolados que lo convierten en un singular sitio de la Sierra del Rosario, reserva mundial de la biosfera.
Las primeras variedades de esa planta llegaron a Soroa en 1948, importadas por el entonces propietario del lugar – el acaudalado español Tomás Felipe Camacho –, considerado entonces la persona con mayores conocimientos en Cuba sobre ese fascinante mundo de colores y fragancias.
En el hermoso paraje se conservan aún valiosos ejemplares de los siglos XIX y XX, reliquias de este sorprendente sitio, plaza de primera línea en el occidente cubano para los amantes del turismo de naturaleza.
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