El fenómeno de la esclavitud en Cuba, fruto de la política colonizadora de aprovechar a los pueblos de Africa como fuente de mano de obra barata y fácil de sustituir, dejó una profunda huella en el proceso de formación de la sociedad nacional.
Centenares de sitios en la geografía de la isla recuerdan a cada momento a miles de hombres, mujeres y niños, arrancados a la fuerza de sus hogares para nunca más volver.
La iniciativa de crear programas dedicados a divulgar la realidad de ese fenómeno y su influencia social sirvió de punto de partida para el proyecto de la Ruta del Esclavo en Cuba.
Los expertos recordaron que con ese paso la mayor de Las Antillas convierte en la práctica un proyecto de organismos internacionales que ya sirvió de incentivo para la creación de la Ruta Maya en Centroamérica y de la Seda, en Asia.
Asimismo, la ubicación el Museo de la Ruta del Esclavo responde al legado de la cultura africana que aún está presente en la provincia de Matanzas, reflejado en la religión, música y costumbres culinarias.
Por su parte, San Severino – sede de esa institución – es una de las edificaciones más significativas de la ciudad, ha sido testigo por tres siglos de su evolución y en sus muros se aprecian encontrar huellas indelebles de la presencia esclava en su construcción.
Respecto al turismo, constituye un excelente complemento para los programas de descanso y recreación, pues sirve de estímulo a la vinculación con los valores patrimoniales del país.
El complejo mundo de la esclavitud, promovida por los colonizadores en busca de mano de obra barata, encuentra en Cuba exponentes de la tragedia, con zonas arqueológicas, plantaciones y barracones, estos últimos dedicados a acoger a los maltratados en condiciones de hacinamiento.
Se suman a ese entorno los llamados palenques (sitios donde habitaban esclavos fugitivos), cavernas, fortines y fortalezas.
En ese entorno destaca precisamente San Severino, cuya construcción terminó hacia 1734 como resultado del trabajo de miles de esclavos africanos, forzados a levantar los muros, cavar túneles, depósitos de agua y emplazar las baterías de la fortaleza.
Considerado la obra arquitectónica de más antigüedad en el territorio, el castillo fue en su época la sede de la comandancia principal del sistema defensivo de la ciudad, donde se integraban otras estructuras como el fuerte San José de la Vigía, El Morrillo y la batería de Cajigal.
Para los expertos, en San Severino resaltan sus cualidades defensivas que están presentes en la propia arquitectura, las cuales a su vez sirvieron de experiencia en la ejecución de obras con esas características en otros puntos de la geografía mundial.
En ese sentido, mencionan un sistema basado en un cuadrilátero con baluartes en las esquinas, unido a protecciones por mar y tierra, muy similar al diseño presente en las fortalezas de San Carlos de la Cabaña, en La Habana, San Marcos de San Agustín de la Florida y la Guaira, en Venezuela.
Su inclusión en el proyecto de la Ruta del Esclavo facilita la exposición de valores propios de aquellos que aún bajo la presión de los colonialistas, realizaron importantes aportes a la cultura de la humanidad.
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