La industria turística cubana, convertida en uno de los sectores de más dinámico crecimiento en la economía nacional, se apoya para su gestión en los innumerables atractivos naturales, históricos y culturales que encierra la isla.
Una historia de más de cinco siglos respalda las diversas ofertas para el ocio que surgen por doquier a lo largo y ancho de la mayor de Las Antillas, en ocasiones extendiéndose hacia varios de los centenares de islotes que integran el archipiélago cubano.
En esa gran familia turística, especial relevancia muestran en los últimos años los programas vinculados a los tesoros naturales del país, con facilidades de alojamiento vinculadas a sitios de belleza única.
Como parte de esas opciones está el Hotel Canimao, situado en la occidental provincia cubana de Matanzas y fácil de acceder por carretera al ubicarse a poco más de 120 kilómetros de la capital.
El mencionado establecimiento destaca por su localización a orillas del Río Canímar, complemento natural para los visitantes que apuestan por el alojamiento en esa instalación turística.
Asimismo, constituye una especie de pausa en el camino hacia el famoso balneario de Varadero debido a su posición en las cercanías de la vía que lleva hacia el principal destino de playa del país.
En opinión de los especialistas, el hotel Canimao posee una red de servicios que aportan el confort requerido por los vacacionistas, además de constituir una excelente alternativa para un encuentro de la cultura y la naturaleza.
El establecimiento cuenta con 120 habitaciones climatizadas, equipadas con teléfono internacional, baños privados y facilidades para el ocio al disponer de piscina, cabaret, servicios médicos, cafetería y restaurante, este último especializado en la cocina nacional e internacional.
Asimismo, permite el acceso en pocos minutos a la ciudad de Matanzas, fundada en 1693 con el nombre inicial de San Severino y San Carlos, también conocida como la Atenas de Cuba e incluso llamada antaño la Venecia de América por sus ríos, puentes y canales.
Precisamente, la abundancia de pasos sobre el agua también le otorgó el apodo de "ciudad de los puentes", con vías como el antiguo de La Concordia, hoy conocido como Lacret, o el Calixto García, por solo citar algunos.
La diversidad arquitectónica marca el entorno de la atractiva ciudad, con joyas de la construcción como el teatro Sauto, inaugurado en 1863 y diseñado por el italiano Daniel D'Allaglio, convertido en Monumento Nacional de la mayor de Las Antillas.
La Plaza de la Vigía, primera plaza de armas de la añeja ciudad, encierra en su entorno exponentes de los valores históricos de la urbe, representados en inmuebles como el Cuartel de Bomberos, la antigua Aduana y el Palacio de Junco, actual museo.
Otro de los sitios plagado de recuerdos en la capital provincial está en el Parque de La Libertad, surgido hacia 1800 y centro de algunas de las más importantes edificaciones, como el Liceo Artístico y Literario.
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