La región centro-oriental de la mayor de Las Antillas acoge en sus limites a la provincia de Ciego de Avila, plaza fuerte para el turismo de playa, con el atractivo adicional de la naturaleza, cultura e historia.
El mencionado territorio cuenta con el destino Jardines del Rey, considerado el de más dinámico crecimiento en la industria cubana del ocio, a lo cual se añade la existencia de numerosos monumentos que aportan un toque singular en las opciones para el turismo.
Precisamente, entre ellos se localiza la llamada Trocha de Júcaro a Morón, considerada uno de los monumentos militares más importantes de la región del Caribe y la mayor fortificación española del siglo XIX en la isla y América Latina.
Su construcción, realizada entre 1871 y 1872, tenia como objetivo bien preciso cortar el paso del Ejército Libertador cubano en su avance hacia la porción occidental del país y evitar la expansión de la guerra a esos territorios.
El origen de esa obra se remonta a la época del general Blas Villate de la Hera, conde de Valmaseda, quien propuso al Ministro de Ultramar de la Corona Española, la construcción de una trocha o línea fortificada desde el puerto de Júcaro, en la costa sur hasta el poblado de Morón en la costa Norte del territorio.
Con 68 kilómetros de largo -similar longitud del ancho de la provincia de Ciego de Avila-, representaba un singular proyecto defensivo a profundidad, con una amplia red de instalaciones y facilidades para el rápido desplazamiento de las tropas.
En sus inicios, tres escalones integraban el esquema de la trocha, el primero de ellos con puestos avanzados -unos dos mil hombres en total- que custodiaban los caminos, mientras el segundo estaba apoyado en unos 60 fuertes, protegidos por numerosos obstáculos y con capacidad para 200 soldados en cada uno.
La tercera etapa contaba con varias fortificaciones en poblados cercanos, así como columnas de infantería que patrullaban la zona, en una estrategia que involucraba en total hasta 10 mil hombres de la corona española.
Sin embargo, la ineficacia de la "inexpugnable" obra llevó a su reforzamiento hacia fines del siglo XIX, cuando ya disponía de 68 fortines, 67 blockhouse, 401 puestos de escucha, además de alambradas, fosos custodiados por más de 12 mil hombres y una vía férrea a todo su largo para el movimiento de hasta 26 piezas de artillería.
Al decir de los historiadores, la monumental obra jamás logró el resultado deseado, y ya hacia 1995 ese escenario histórico fue declarado monumento nacional, fecha en que se reconstruyó un kilómetro con sus características originales.
En la actualidad, para los miles de visitantes interesados en la historia de Cuba quedan algunos de sus fuertes, devastados por el tiempo y en ruinas, rodeados de plantaciones y fabricas de azúcar que ratifican el potencial agrícola del territorio.
No obstante, la huella de la historia esta presente en Ciego de Avila, como mudo testigo de una época en que los avances de la ingeniería militar se vieron superados por las aspiraciones de independencia de la población de la isla.
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