Una rica tradición histórica, el fascinante contraste de sus paisajes (que combinan mar, montañas y fértiles llanos) y su pródiga naturaleza, constituyen los atractivos mayores sobre los cuales se sustenta el incipiente desarrollo turístico de la provincia Granma, amplia llanura cortada en dos por el macizo montañoso de la Sierra Maestra, bañada por el extenso río Cauto y extendida sobre 8 362 km2 en la porción sureste de la isla de Cuba.
En este territorio se localiza el 48% de todos los sitios históricos del archipiélago cubano y su propia ciudad cabecera, Bayamo, ostenta la condición de Monumento Nacional. Fue la segunda villa fundada por los colonizadores españoles (1513); ostentó el privilegio de ser declarada capital de la República en Armas apenas diez días después de iniciarse en La Demajagua la gesta independentista cubana (10 de octubre de 1868), y ante la inminente posibilidad de caer en manos de las huestes de la metrópolis sus ciudadanos resolvieron incendiarla (12 de enero de 1869) para dejarles sólo las cenizas de la aguerrida villa.
Bayamo, eso sí, debe recorrerse en coches tirados por caballos, el medio de transporte por excelencia de una ciudad que preserva en su centro histórico la plaza donde por primera vez se cantó el Himno Nacional (20 de octubre de 1868); la Casa de la Nacionalidad Cubana, y la Iglesia Parroquial de San Salvador de Bayamo, que conserva celosamente el único fresco con motivo patriótico en una iglesia de la Isla y mantiene abierta la Capilla de Dolores (1740), cuyo retablo barroco figura entre los más hermosos del país.
La casa natal del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes; el Convento de Santo Domingo, o la conocida Ventana de Luz Velázquez, donde se cantó la primera canción trovadoresca cubana, La Bayamesa, son otros de los sitios de interés de una localidad muy cerca de la cual, en Dos Ríos, un monumento recuerda el lugar exacto donde cayera en combate el Héroe Nacional, José Martí, el 19 de mayo de 1895.
En las inmediaciones del poblado de Guisa, el jardín botánico de Cupaynicú extiende una invitación al visitante, mientras las ruinas del ingenio La Demajagua imponen un alto en el camino a Manzanillo, ciudad costera bañada por las aguas del Golfo de Guacanayabo, rodeada de historias de piratas y cuya glorieta morisca constituye sin dudas su rasgo más distintivo.
Dos parques nacionales: el Desembarco del Granma y el Sierra Maestra confluyen en los límites de esta provincia. El primero de éstos ocupa 27 545 hectáreas y su atractivo mayor lo constituye el sistema de terrazas marinas cársicas mejor conservado del archipiélago y reconocido por la UNESCO como uno de los más representativos a nivel internacional.
El Hoyo de Morlotte (de 77 metros de profundidad y 52 de diámetro) y la Cueva de Fustete son dos de los accidentes más llamativos de este parque, en el cual se han localizado más de 200 especies de la flora (10 exclusivas del lugar) y donde se conserva en la Ensenada del Real uno de los pocos bosques vírgenes existentes en el país.
Ocho senderos y rutas espeleoarqueológicas, naturales e históricas, han sido trazadas en áreas de este parque nacional, entre ellas la que cubre los 22 kilómetros que median entre el manglar de Las Coloradas y el cañaveral de Alegría del Pío, indicando la ruta de los expedicionarios del yate Granma que, liderados por Fidel Castro, desembarcaron por esa zona el 2 de diciembre de 1956.
En el Gran Parque Nacional Sierra Maestra (527 000 hectáreas) se localiza el principal polo turístico de Granma: Marea del Portillo, una playa de aguas tranquilas y limpias y arenas pardas, ubicada en una ensenada que realza su belleza al encontrarse protegida por las elevaciones de la Sierra y rodeada de cocoteros y palmeras.
En Marea hay localizados 17 sitios para el buceo, los más atractivos de los cuales se ubican precisamente en la zona de Cabo Cruz, aunque para disfrutar a plenitud su estancia allí además de los baños de sol y mar es imprescindible transitar por los senderos que conducen a los saltos de agua de los ríos Cilantro y Las Yaguas, y prever una excursión a Cayo Blanco, un diminuto islote situado a sólo 500 metros de la playa que quienes lo conocen coinciden en catalogarlo como el sitio perfecto para románticos y enamorados.
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