La península de Guanacahabibes, en la porción más occidental de la isla, constituye una verdadera riqueza natural, respaldada por su exuberante vegetación, la flora y fauna, junto a los atractivos que encierran los fondos marinos.

Clasificada por la UNESCO como Reserva de la Biosfera desde 1987, cuenta con un Parque Nacional de más de 50 mil hectáreas, donde los visitantes pueden encontrar hasta 172 especies de aves pertenecientes a 42 familias, de ellas 11 endémicas y 84 migratorias.

La región, que comienza en la Ciénaga de Remates y termina en el Cabo de San Antonio, acoge a cerca de un centenar de sitios arqueológicos vinculados a la vida de los aborígenes, los cuales se encuentran distribuidos por todo el espacio que ocupa la península.

De esa forma, el territorio es considerado como uno de los últimos refugios de aquellas comunidades que habitaban la isla a la llegada de los colonialistas españoles, conocidas como guanahatabeyes.

Los amantes de la flora y fauna endémica del lugar cuentan con una inigualable riqueza, aunque muchos prefieren apreciar el zunzuncito (Calypte helenae), el ave más pequeña del mundo y solamente localizable en Guanahacabibes y en la Ciénaga de Zapata.

De esa forma, en el área se localiza el 47 por ciento de todas las especies reportadas en el archipiélago cubano y el 44 de las endémicas, además de ser considerado como un corredor migratorio.

En un espacio relativamente reducido se contabilizan unos 100 lagos, así como los yacimientos de arena sílice más puros -con un índice del 99,8 por ciento- y mayores del país.

Guanahacabibes es una llanura baja con abundancia de cavidades subterráneas, como la Cueva de la Barca, de gran potencial espeleológica, unido a surgideros de agua dulce en el mar.

La opción del inmersionismo llega gracias al Centro Internacional de Buceo María la Gorda, excelente lugar de transparentes y cálidas aguas con 39 puntos localizados para esta actividad

Asimismo, al alcance de los visitantes está la posibilidad de admirar la mayor reserva de coral negro que existe en los mares de la mayor de Las Antillas.

Los fondos de María la Gorda califican entre los 10 primeros del subcontinente latinoamericano debido a la abundancia de especies marinas y corales de extraordinaria belleza.

De esa forma, los arrecifes coralinos en perfectas condiciones crean el sustento para el desarrollo de programas subacuáticos, respaldados también por la transparencia y temperatura promedio anual de las aguas cubanas.

Como complemento está la Marina Gaviota Cabo de San Antonio, localizada en el sitio de igual nombre, la cual brinda condiciones ideales para las embarcaciones que transitan por la zona.

El centro brinda actualmente servicios de atracadero, suministro de combustibles, agua potable, energía eléctrica, custodios para la seguridad y protección de las naves y aprovisionamiento.

Miles de barcos navegan cada año por las aguas cercanas a la península, con lo que se pone en evidencia el enorme atractivo que encierra el territorio para las actividades náuticas.

El Faro Roncali, edificado en 1850 y con una altura de 33 metros sobre el nivel del terreno, marca el extremo occidental de Cuba y envía su señal hasta 18 millas en las aguas del estrecho de Yucatán.